Amor
Mi alma era un vestido azul pálido del color del cielo;
lo dejé sobre una roca, a la orilla del mar,
y desnuda me acerqué a ti y parecía una mujer.
Y como mujer me senté a tu mesa
y brindé con una copa de vino y aspiré el aroma de unas rosas.
Me encontraste hermosa y parecida a alguien que habías visto en sueños,
olvidé todo, olvidé mi infancia y mi patria,
sólo sabía que tus caricias me tenían cautiva.
Y tú, sonriendo, cogiste un espejo y me pediste que me mirase.
Vi que mis hombros estaban hechos de polvo y se desmoronaban,
vi que mi belleza estaba enferma y no tenía otro deseo que —desaparecer.
Oh, abrázame, abrázame con tal fuerza que no necesite nada más.
La luna
Qué maravilloso es todo lo muerto
y qué indescriptible:
una hoja muerta y un hombre muerto
y el disco de la luna.
Y todas las flores saben un secreto
y el bosque lo guarda,
y es que la órbita de la luna en torno a la tierra
es la ruta de la muerte.
Y la luna teje su maravillosa tela,
la que aman las flores,
y la luna teje su fantástica red
en torno a todo lo viviente.
Y la hoz de la luna siega flores
en las noches de finales de otoño,
y todas las flores esperan el beso de la luna
con infinito anhelo.

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