Somos lo que hacemos día a día. De modo que la experiencia no es un acto sino un hábito.

Cuántas veces no hemos probado nosotros mismos un café que sabe a ventana, un pan que sabe a rincón, una cereza que sabe a beso…
Quizá todo esto está sucediendo en un laboratorio. Bajo una lámpara de día y mil lámparas de noche.

Allí donde la toques, la memoria duele.

