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Todo un lenitivo, D. Miguel, en estos nuevos «tiempos recios» (Santa Teresa de Jesús). Gracias. Y en esta época del año, donde no puede ser más pertinente.
Yo la escuché por primera vez, principios de los noventa, en la extraordinaria, inolvidable y hondísima versión del malogrado Jeff Buckley. Me atrevo a decir que, como mínimo, a la altura de Cohen (que no es poca, claro). No en vano era hijo de otro grande, también fallecido demasiado pronto, el Sr. Tim Buckley.