No estaría mal escribir un libro sobre la guerra que provocara nauseas, que lograra que la sola idea de la guerra diera asco. Que pareciera de locos. Que hiciera vomitar a los generales.
El mal parece infinito. Ya no puedo percibirlo sólo como un hecho histórico (…) ¿me enfrento al tiempo o al ser humano? Los tiempos cambian, pero, ¿y los humanos? Las repeticiones me hacen pensar en la torpeza de la vida…
Soy consciente de que no deben redactarse el llanto ni los gritos, una vez redactados perderán importancia; la versión escrita saltará al primer plano y la literatura sustituirá la vida. Así es este material, la temperatura de este material. Supera los límites. En la guerra el ser humano está a la vista, se abre más que en cualquier otra situación, tal vez el amor sería comparable. Se descubre hasta lo más profundo, hasta las capas subcutáneas...
