Toda mi vida he vivido con el alma en vilo por ese temor (de enmudecer). Tenga en cuenta que la voz poética no es una finca, una posesión inmutable ni mucho menos. No es tampoco una facultad que esté en nosotros con regularidad. Hay períodos en que sentimos con plenitud que la tenemos; en otros, la buscamos y no la encontramos. Es un don, y lo mismo que vino y que tantas veces nos ha acompañado podría incluso desaparecer para siempre. La voz pasa por muchas vicisitudes a lo largo de la vida del poeta. Hay que merecerla y además cuidarla y afinarla. El poema es el resultado final de la voz poética, pero ésta se funda y sustenta en la actitud ante las cosas del hombre que la posee, en su manera de estar en el mundo. Si uno, como ser humano, da a sabiendas pasos equivocados, pasos falsos, lo más probable es que la capacidad de hacer poesía que pueda haber en él se resienta o desaparezca.
Eloy Sánchez Rosillo