«Mañana». La palabra
iba suelta vacante,
ingrávida, en el aire,
tan sin color ni beso,
que la dejé pasar
por mi lado en mi hoy.
Pero de pronto tú
dijiste: «Yo mañana …»
y todo se pobló
de carne y de banderas.
¡Mañana! qué palabra
toda vibrante, tensa
de alma y carne rosada,
cuerda del arco donde
tu pusiste, agudísima,
arma de veinte años,
la flecha mas segura
cuando dijiste «Yo…»
Pedro Salinas