Contemplar un cuadro no es quedarse pasivamente ante él, sino ejercer una actividad intelectual y sensorial de primer orden, tan profunda y tan rica como la del lector que al recorrer los signos impresos sobre el papel o la pantalla lleva a cabo complejas operaciones neuronales que duran milisegundos, y que despiertan en su imaginación voces, presencias, mundos enteros.
Antonio Muñoz Molina