Joan Margarit: «Nuevas cartas a un joven poeta», 8. Poesía, filosofía y religión

Para el poeta joven hay territorios que están llenos de trampas, la más temible de las cuales es el tópico. Territorios minados donde es mejor adentrarse con una cierta experiencia, con la voz ya madurada. Rilke señala los poemas de amor como uno de estos campos, y pienso que tiene toda la razón. Otra de estas zonas peligrosas es la religión y la filosofía, esta última extendiéndose a veces por meandros políticos.

[…] La filosofía y la religión han tenido siempre la tentación de utilizar la poesía como una herramienta para penetrar en la relación de las personas con los mitos y con Dios, que es el más importante de todos los mitos.

[…] La validez de la poesía no tiene nada que ver con quien la defiende. Todo el mundo la puede captar, no tiene accesos privilegiados. A veces se tiende a confundir la capacidad de una persona para comprender un poema con su incapacidad para explicar aquello que encuentra en el poema, qué es lo que le hace sentir. La realidad es que esta incapacidad es la misma que la de todos los que pasan por entendidos, excepto que estos últimos saben ocultarla con una cierta retórica. Por esto, el poeta, que tampoco sabría explicar de otra manera lo que quiere decir, escribe el poema.

Cuando el poeta escribe, no puede pensar en la utilidad del poema. Por esto, los poemas de circunstancias no suelen ser importantes dentro de la obra de un poeta […]

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