Lectura: «Arenas movedizas», de Henning Mankell

«Arenas movedizas» es el título que le puso Mankell a ese libro que reúne sus vivencias y que edita Tusquets (traducción de Carmen Montes Cano), el sello que ha publicado todos sus libros. Allí enfrenta el horizonte de la muerte creando el arco de algunos de los primeros hallazgos que han marcado su existencia personal y colectiva. No es un libro filosófico ni de autoayuda, aunque esté esparcido de preguntas esenciales de siempre, sino que a partir de ellas recuerda que la vida de cada uno está llena de historias luminosas o sombrías, cuentos o novelas según se quiera, que nos conectan con el mundo.

Y, claro, al estilo de Mankell, hay una denuncia política y social sobre el legado que dejaría esta civilización a la humanidad: No será Rubens, ni Shakespeare, ni Beethoven, sino los residuos nucleares enterrados en el fondo de alguna montaña sueca jugando con la memoria de las siguientes generaciones, con el riesgo paradójico de que, afirma Mankell, el último recuerdo que deje el ser humano será ése: «Que nadie recuerde nada. Lo último que dejaremos detrás de nosotros es algo que escondemos para que nadie lo encuentre”.

Mankell. Arenas movedizas«Arenas movedizas» es la vida como un rompecabezas de historias que entretejen en silencio el porvenir de una persona. Empezando por el título, Mankell cuenta cómo le aterraba, desde niño, y durante sus periplos por el mundo la idea de ser engullido por una de esas arenas pero luego descubre la verdad que las rodea, todo mito. Y en este caso, frente a la enfermedad que parecía engullirlo sale de allí al aferrarse a los recuerdos, al repasar su vida: “Puede que no me atreviera a pensar en el futuro. Era territorio incierto, minado. Así que volvía continuamente a la infancia”, escribe en el libro. Y también a su adolescencia y a su madurez, a sus momentos estelares.

Entre las obras de Henning Mankell destaca la serie policiaca del inspector Kurt Wallander, traducido a 40 idiomas, que inició en 1990 con Asesino sin rostro. En sus novelas, narra dramas humanos en los que advierte problemáticas sociales o políticas de su país o de Europa. Una mirada a la cual ha contribuido su presencia en África desde 1973 cuando fue por primera vez.

Con todo eso ha creado este libro-testimonio. Una procesión de episodios de primeras veces y sus sombras. Un espejo retrovisor, como él lo llama, en el que mira atrás para seguir avanzando

Winston Manrique Sabogal. El País


 

Textos

De repente fue como si la vida se estrechara. Aquella mañana, recién estrenado el año 2014, cuando me dieron el diagnóstico de cáncer, fue como si la vida se encogiera. Escaseaban las ideas, una especie de paisaje desértico se me extendía por dentro, en la cabeza.

[…]

La vida es el arte de sobrevivir. En el fondo, no es nada más.

[…]

En nuestro caso, no obstante, podemos decir que ya hemos decidido cuál será el recuerdo más claro de nuestra civilización.

No será Rubens. Ni Rembrandt. Ni Rafael.

Tampoco Shakespeare, Botticelli, Beethoven, Bach o los Beatles.

Dejamos tras nosotros algo muy distinto. Cuando todas las manifestaciones de nuestra civilización hayan desaparecido, quedarán dos cosas: la nave espacial Voyager, en su eterno viaje por el espacio exterior, y los residuos nucleares en el corazón de la roca.

[…]

La decisión de dejar el instituto la tomé de repente. Aunque no tanto. En el subconsciente llevaba tiempo preparándome para una partida decisiva. No porque me costaran los estudios. Simplemente, me parecía aburrido pasarme todas aquellas horas dormitando, porque yo ya había resuelto ser escritor. Aprender y estudiar era algo que podía hacer mucho mejor sin necesidad de estar encerrado en un aula.

[…]

Tener la posibilidad de decidir a qué quiere uno dedicar su vida es un gran privilegio. Para la inmensa mayoría de las personas del planeta, la vida es supervivencia elemental, en un plano mucho más dramático.

[…]

Siempre me reafirmaba en la idea de que el ser humano es un ser narrante. Más «Homo narrans» que «Homo sapiens». En los relatos de los otros nos vemos a nosotros mismos. Toda obra de arte sincera contiene un fragmento pequeñísimo de un espejo.

[…]

Existen dos tipos de narrador que se encuentran en una lucha constante. Uno entierra y esconde, mientras que el otro cava para desvelar.

MankellHenning Mankell. Arenas movedizas. Tusquets

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