Lecturas: «El balcón de invierno», de Luis Landero

Mis primeros versos

Había empezado a escribir mis primeros versos algo así como un año antes, cuando tenía quince. Aquello fue un acontecimiento, otro de esos momentos estelares capaces de cambiar el curso de una vida hacia un nuevo destino. 

Bécquer

Y luego, un día, no sé de qué manera, dejé de creer en Dios y me encontré creyendo en Gustavo Adolfo Bécquer.

Mi primer poema

Y un día escribí mi primer poema, temeroso quizá de estar profanando algo, de haber ido demasiado lejos, de estar comiendo de la fruta prohibida, tímido al principio, y luego ya más atrevido según las palabras acudían solícitas al reclamo de algo oscuro que yo quería decir y que no sabía lo que era hasta que ellas, las palabras, venían a revelármelo.

Las palabras

Ah, las palabras. A veces ocurría que me enamoraba perdidamente de una palabra hasta entonces desconocida y durante varios o muchos días vivíamos un amor turbulento, excluyente, febril, y yo escribía poemas donde esa palabra era la protagonista, la estrella invitada, y las demás hacían de teloneras. Palabras como errabundo, cénit, heliotropo, añoranza, inefable, éxtasis, madreselva, doliente, iridiscente, plenitud, taciturno… Y así llegó el día en que me sentí poeta de verdad, hermano menor de Bécquer, solitario y triste como él, elegido por un destino fatal como él, frágil pero también indestructible como él.

Esconderte en un libro, en el cálido cubil de las palabras, eso es lo que has hecho tantas veces, como de niño en los desvanes.

Landero. El balcon de inviernoLuis Landero. El Balcón En Invierno.

Esta entrada fue publicada en El oficio de creador, El oficio de lector, Lecturas y etiquetada . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario