La poesía es demasiado difícil.
El poeta quiere seducir al lector para hacerle entrar en el mundo del poema, y este mundo tiene que ofrecer ritmo distinto del que hay en el exterior. Es una forma gentil de elegancia.
Los poemas pueden ser reflexivos o invitar a la reflexión, pero también pueden ser simples y ligeros, pueden ser algo grato para el oído, una música verbal que no tiene por qué tener sentido. Nos olvidamos que un poema es en primer lugar y sobre todo una experiencia, no necesariamente un vehículo para el significado. ¡En la vida experimentamos tantas cosas que no entendemos! Se puede rechazar o aceptar esa experiencia sin un conocimiento de qué es exactamente lo que hemos experimentado.
Es casi imposible no decir nada cuando uno usa el lenguaje.
