Exposición en CaixaForum Madrid:
«Mediterráneo. Del mito a la razón»
LA PERSONA. El misterio del alma
En la Grecia arcaica, el alma (psyché en griego) no era más que un ente espectral sin consistencia que chillaba como un murciélago cuando la muerte la privaba de su soporte corporal, que se consideraba el verdadero yo del hombre. El espíritu no tenía ningún valor, ya que después de la muerte era condenado a vivir en el inframundo.
La preocupación por el alma aparece entre los siglos VI y V aC. Ferécides de Siro, contemporáneo de los «Siete Sabios» y posible maestro de Pitágoras, fue el primer autor occidental que defendió la autonomía y la inmortalidad del alma.
Para Sócrates la preocupación por el conocimiento y por el cuidado del alma era absolutamente central. Hipócrates, el hombre que unió la filosofía y la medicina, formuló la pregunta más importante que podemos dirigirnos a nosotros mismos: «¿Qué es el hombre?». Y Heráclito nos ofreció la expresión que lo complementa: «Emprendí la búsqueda de mi mismo».
En el siglo I de nuestra era Plutarco escribió que la virtud ética se encuentra en la excelencia de la conducta humana y nos recuerda que Pitágoras ya había descubierto que ésta solo es posible educando adecuadamente las distintas partes del alma.
Texto escrito en un mural de la exposición
Afrodita, Eros, Psique
