Juan Benet escribió que mientras estaba leyendo Cien años de soledad colgó un cartel en la puerta de su despacho que advertía: «No molesten que estoy en Macondo»
Comparte esto:
- Haz clic para compartir en X (Se abre en una ventana nueva) X
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva) Facebook
- Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva) Correo electrónico
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva) LinkedIn
- Haz clic para compartir en Tumblr (Se abre en una ventana nueva) Tumblr
- Haz clic para compartir en Pocket (Se abre en una ventana nueva) Pocket
- Haz clic para compartir en Telegram (Se abre en una ventana nueva) Telegram
- Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva) Pinterest
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva) WhatsApp
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva) Imprimir
- Haz clic para compartir en Mastodon (Se abre en una ventana nueva) Mastodon
- Haz clic para compartir en X (Se abre en una ventana nueva) X
- Haz clic para compartir en Bluesky (Se abre en una ventana nueva) Bluesky

Con seis palabras, Benet propone una teoría de la literatura. «No molesten»: me entrego a una acción privada,obsesiva; «estoy en Macondo»: la realidad literaria es la más real, agarra de tal modo tu atención que el mundo posible se convierte en el único mundo real. No se puede decir más sobre el tema con menos palabras. Y, sin embargo, hay algo ambiguo e irónico en la frase de Benet. ¿Podríamos decir «No molesten, estoy en Región», sin notar algún chirrido en el oído?
Entiendo que el exceso de formalismo y la escasez de trama en Benet es el origen de esa ambigüedad a la que aludo.